ÁNGEL SEVILLANO ESTREMERA
El mundo no es lo que parece. Comienza a exponer muy joven, a principios de la década de los sesenta, en Vigo, y lo ha hecho en numerosas ciudades de España y Sudamérica. Ha viajado por Francia y el Norte de África. Poseen obras suyas los museos de Vigo, Sada, La Coruña y Pontevedra.Sevillano cultivó inicialmente el paisaje, desde un expresionismo directo, en verdes y negros, para derivar hacia una composición de figuras muy personal, en la que la multitud juega un papel fundamental en escenas de la vida cotidiana. Una paleta caliente y lírica, y un temperamento poético, invade la pintura de este artista, que de la América hispana y autóctona nos trajo una tipología exótica, ambientada en fondos de oro y plata, como si de los iconos orientales aprovechara los ambientes para idealizarlos a su modo. A veces, vagamente influido por Chagall, nos da criaturas que levitan, semovientes que vuelan y pájaros que se humanizan, en ambientes donde todo es ingrávido y como si respondiera a una fábula primitiva recreada por Miguel Angel Asturias. Sus bodegones, de una etapa intermedia, tienen una gama neutra muy orquestada, en tierras, ocres y azules ocasionales, de sencilla y profunda emoción.
El mundo no es lo que parece. Comienza a exponer muy joven, a principios de la década de los sesenta, en Vigo, y lo ha hecho en numerosas ciudades de España y Sudamérica. Ha viajado por Francia y el Norte de África. Poseen obras suyas los museos de Vigo, Sada, La Coruña y Pontevedra.Sevillano cultivó inicialmente el paisaje, desde un expresionismo directo, en verdes y negros, para derivar hacia una composición de figuras muy personal, en la que la multitud juega un papel fundamental en escenas de la vida cotidiana. Una paleta caliente y lírica, y un temperamento poético, invade la pintura de este artista, que de la América hispana y autóctona nos trajo una tipología exótica, ambientada en fondos de oro y plata, como si de los iconos orientales aprovechara los ambientes para idealizarlos a su modo. A veces, vagamente influido por Chagall, nos da criaturas que levitan, semovientes que vuelan y pájaros que se humanizan, en ambientes donde todo es ingrávido y como si respondiera a una fábula primitiva recreada por Miguel Angel Asturias. Sus bodegones, de una etapa intermedia, tienen una gama neutra muy orquestada, en tierras, ocres y azules ocasionales, de sencilla y profunda emoción.
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